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así que Ebedmélec salió del palacio y fue a entrevistarse con el monarca. Le dijo:

— Majestad, no está bien que esos hombres hayan maltratado al profeta Jeremías arrojándolo a la cisterna. Seguro que morirá de hambre, pues no queda pan en la ciudad.

10 El rey dio esta orden a Ebedmélec, el cusita:

— Toma tres hombres a tus órdenes y saca al profeta Jeremías de la cisterna antes de que muera.

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